El deporte ha sido durante años un fenómeno muy masculinizado que, progresivamente y, de forma exponencial, camina hacia la igualdad. Así, en el Maratón de Boston se ha pasado de una participación del 2,8% de mujeres participantes en 1972 al 45,7% en el año 2017. A pesar de esta inmersión de la mujer en el deporte que será confirmado por una equidad con respecto a hombres en los Juegos Olímpicos de Paris 2024, sin embargo, contrasta con una infrarrepresentación de mujeres en las investigaciones en el ámbito del deporte llevadas a cabo en mujeres.
Concretamente en el ámbito de la Nutrición Deportiva, se ha informado que únicamente el 6% de las investigaciones que han analizado la influencia que pudiera tener la ingesta de hidratos de carbono sobre la respuesta y/o adaptaciones al ejercicio físico se ha llevado a cabo en muestras formadas por mujeres. Del mismo modo, en el análisis del efecto de suplementos dietéticos considerados de alto nivel de evidencia científica sobre la mejora del rendimiento, los estudios llevados a cabo con mujeres varían del 0 al 8% del total.
Esta situación hace que la evidencia científica actual en el ámbito de la Nutrición Deportiva esté masculinizada y los resultados de las mujeres estén eclipsados por los que provienen de los hombres. Las recomendaciones nutricionales para deportistas que existen en la actualidad, por tanto, han llevado a cabo un importante androcentrismo en el ámbito de la investigación. De este modo, es necesario el establecimiento de recomendaciones nutricionales específicas para las mujeres deportistas.